jueves, 15 de agosto de 2013

Cobarde

El cobarde muere de sobredosis por miedo al impacto del barranco. Al impacto o a despertar en el box 7 de Bellvitge a posteriori.
El cobarde pasea por la oscuridad nutriendose de la maldad de la ciudad, rodeandose del peligro y tentando a la mala suerte que le persigue.
El cobarde se arrastra, se destruye, se revela, se deja caer, se abandona y grita al vacío para que nadie le escuche.
El cobarde compra una cuerda, ata un nudo, busca un arbol, fija su objetivo y cuando se envuelve en el nudo acude a quien más ama para intentar buscar una razón para no apretar la soga proxima vez.

El cobarde toma más tiempo que el loco en terminar con todo. Pero el que tienta, revienta.

La traición aumenta las ansias. El dolor de la indiferencia y la ignorancia corre por las arterias haciendolas hervir de tal forma que lentamente se carga todos los ápices de miedo y cobardia que vayan quedando. El rechazo crea furia y la furia aviva las ganas de abandonar. La mente, la mente dolida y el corazón destruido crea voces, las voces que no te dejan dormir, las voces que transmiten pensamientos debastadores, las voces que susurran al oido y se vuelven en delirio cuando no te dejan dormir.

¿Oyes voces? me dice el médico. Me oigo a mi. Deberias ya temerlo.

Al final me quedará darte las gracias, porque con cada de minuto de tu silencio, mi cobardia desaparece. Y llegará un punto que seré libre, y estaré tan vacía, que ya ni mis propios demonios podrán retenerme aquí.

Dale tiempo, al cobarde dale tiempo.


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