sábado, 15 de octubre de 2011

Te lo devuelvo

Te devuelvo todo aquello que me distes estos meses gratuitamente. Montones de desconfianza, desprecio, odio, rencor y versatibilidad. Doble sentido de los sucesos cotidianos pinzelados magistralmente. Ántonimos de las palabras que podrian haber sido las más sinceras y se conviertieron en carne de cañon de la dialèctica sentimental. Oidos de goma para tus sentidos y corazones materializados en polvo gracias a un arsenal de carroñeros buitres con alas demasido grandes para camuflarte el acantilado de la vida. Te lo devuelvo en un sobre de hierro forjado en lágrimas de agua agria, rota, decarchada. Coge tus desdibujos e indiferencia, tus medias tintas y limitaciones, tus te quiero y no puedo, y tus prioridades actuales y guardalas bajo llave contigo el tiempo que haga falta hasta que te des cuenta de lo mucho que te han servido. Quédatelo, que me envenena el oxigeno hasta ahogarme en el pecho. Que solo me ha servido para recibir invitación en el más apocalíptico infierno, que no es más que el de uno mismo. Para sumirme en el más profundo caos errático, bajando a niveles subterràneos valorados en desechos mundanos, en caducidad valórica de la poca coherencia de mis actos actuales propiciados por la neblina que me producen los tuyos.
Te lo devuelvo, llévatelo, quedátelo, y dáselo a quien quieras porque esta partida conmigo se ha terminado.

Game over. 
 

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