Te escribo a ti, si, y también a él, y a ella y a los dos a la vez. A veces a todos y a nadie, y le escribo al aire. Le escribo a quien tu piensas porque las palabras son lo que nosotros queremos que sean. Los textos son imaginación, son solo dueños de quien los escribe y después diversos para quien los lee. Son lo mejor para alguien y lo peor para aquel de allí. Son todo aquello que sentimos y son cosas distintas dependiendo del dia en que abrimos el portal a nuestros sueños. Tu sueñas con una frase que yo reviento dentro de mí. El sueña con el final donde para mi comienza el principio. Tu mente y mi mente convergen solo en mis textos y yo te esbozo aquí y tu crees que es allá. El juego de palabras existe para disimular la verdad, para dar lugar a la duda, para jugar con los ojos despistados que leen tras la pantalla. Desnudarse frente a algo es complicado y tiene un precio. Me desnudo en este rincón con la esperanza de que alguien comprenda de que color es mi piel por dentro y a la vez desentienda el tacto que esta pueda tener. Ahora le escribo a nadie, y a todos, y millones de veces escribo a algo que ni siente, ni piensa, pero que esta dentro de mí.
Y finalmente y lo más importante. Me (des)escribo a mí.
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