Siempre vuelvo a donde todo empezó.
A tus tímidas manos prohibidas
intentando mantener la distancia
que pudiera negar
que entre tus ganas y las mías
ardíamos en aquella habitación.
Siempre vuelvo a aquella sonrisa,
a mis manos jugando con la arena
mientras escuchaba tu voz e imaginaba
que tus labios me deseaban tanto
como lo estaba haciendo yo.
Siempre vuelvo a aquellas olas
a aquel frío que ya despejabas sin saberlo
porque mientas tú me mirabas
yo, ya te hacía el amor.
Y recuerdo cuantas veces te quité la ropa
aquella noche
sin saber, que quitártela, sería luego,
mi perdición.
Siempre vuelvo a donde todo empezó
cada vez que caigo, y lo intento
y tu me olvidas, y yo me voy.
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